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El astigmatismo consiste en un defecto que se produce en el ojo ocasionado por la existencia de un problema en la curva de la córnea, la cual presenta una forma irregular. Esta situación genera una visión distorsionada de las imágenes y del contorno de los objetos.
Cada vez son más las personas que deciden someterse a una operación de astigmatismo a través de la cirugía refractiva. La sensación de ver borroso de lejos agobia a muchas personas y esto disminuye la calidad de vida. El cansancio de tener que recurrir a las lentillas o las gafas lleva a muchos a optar por el láser, un tipo de intervención que permite al paciente recuperar su vista con total normalidad y olvidarse así de las lentes de contacto y las gafas de vista.
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Importancia de una revisión previa
Antes de decantarse por la operación, los especialistas han de diagnosticar qué tipo de astigmatismo padece el paciente con el fin de aplicar el tratamiento adecuado. De esta manera, en la clínica se realizarán diferentes pruebas que confirmen el estado de salud de los ojos. Existen dos tipos de astigmatismo, el regular y el irregular. El primer caso es de los más comunes y se corrige a través de la cirugía láser, sin embargo, el segundo es menos habitual y es producido por algún tipo de lesión o enfermedad de la córnea, el queratocono, que no se corrige con métodos tradicionales sino que hay que recurrir a lentes de contacto duras. En casos extremos sería necesario hasta un trasplante de córnea para no perder el globo ocular.
En ocasiones la operación del astigmatismo también conlleva la intervención por miopía o por hipermetropía. La operación es corta y en unos minutos el paciente podrá abandonar la clínica para ir a casa.
¿En qué tipo de personas es más recomendable el láser?
La cirugía refractiva para el astigmatismo (LASIK) se puede llevar a cabo en personas adultas que no hayan sufrido alteraciones en la graduación de la vista en los últimos 12 meses antes de llevar a cabo la intervención. Preferiblemente se recomienda que los pacientes sean jóvenes por diversos motivos. Cuanto mayor sea la graduación a corregir, un espesor mayor deberá tener la córnea para trabajar sobre ella con el láser y eliminar así el tejido.
Además, si la persona que se va a operar es joven podrá disfrutar durante más años de una vista completa y recuperada al 100%, mientras que la operación en aquellas personas en edades avanzadas puede que no resulte efectiva del todo y se necesiten unas gafas con menor graduación tras la intervención. A parte de todo esto, llegados los 50 años aparecen dificultades para ver de cerca debido al desgaste del cristalino, la llamada presbicia.
La intervención, por lo general, suele ser un éxito pero existen casos en los que se ha necesitado de una segunda operación debido a la aparición de un leve incremento de las dioptrías, contratiempo que se soluciona con un pequeño reajuste.
Fuentes:
http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-21761999000200012&script=sci_arttext&tlng=en
http://www.oftalmo.com/seo/archivos/maquetas/C/13633B8B-3C60-B269-9326-0000416429AC/articulo.html
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